Desde tiempos remotos, diversos grupos humanos han tratado de seleccionar las cualidades que deseaban en los caballos. Partiendo del tarpán, uno de los équidos que habitaban en Oriente, se creó la primera y más importante de todas las razas caballares: el pura raza árabe, una montura caracterizada por la frugalidad, la resistencia, la rapidez y una maravilloso belleza. En el norte de África, a partir de unos corceles locales que lograron sobrevivir a las últimas glaciaciones, se creó el berberisco, un caballo que, como el árabe, influyó en la formación de muchas de las razas equinas existentes hoy.
Eclipse, el invencible
En un firmamento cuajado de estrellas, tal vez la más refulgente sea Eclipse, un caballo que nació en la primavera de 1764 en la cuadra del duque de Cumberland, durante un eclipse de sol, por lo que recibió ese nombre. Era hijo de Spiletta y –según el General Stud Book– de Marske, aunque en realidad no se sabe qué caballo fue su padre porque, por descuido, la yegua también fue cubierta por el semental Shakespeare.
A la muerte de su criador, su nuevo propietario, William Wildman, tuvo problemas con el indómito potranco, por lo que, tras vender la mitad del equino al coronel O’Kelly, este encargó su doma a un reputado preparador irlandés llamado Sullivan, que logró convertirlo en un ganador, invencible en la carrera. El campeón, finalmente propiedad exclusiva de O’Kelly, terminó transfigurado en una leyenda viva que dejaría tras su estela innumerables campeones.
Curiosamente, tan rápido caballo estuvo a punto de acabar con el negocio en el hipódromo, ya que nadie apostaba por sus contrincantes. Incluso algunos pensaron en acabar con aquel proyectil castaño que, según datos de la época, podía alcanzar los 90 kilómetros por hora. Parece que el alto rendimiento de este atleta equino radicó en un corazón de gran tamaño y en unos vigorosos pulmones. Tras ganar todas las carreras en las que participó, y abrumado por las amenazas, su propietario lo dedicó a tareas de semental, multiplicando de esa forma las ganancias que el corcel le había proporcionado.
Los mejores caballos de carreras
En lo que se refiere a carreras de caballos, la raza pura sangre inglés es la “Nº 1”. Fue creada en el siglo XVIII mediante el cruce de yeguas inglesas con sementales árabes berberiscos y Akhal Teke. Esta raza es conocida por su velocidad y resistencia, y ha sido la base de muchas otras razas de caballos de carreras en todo el entorno.
Otra raza que destaca en las carreras de caballos es el árabe. Es una de las razas más antiguas y se estima que su domesticación se remonta al año 500 a.C. Son conocidos por su belleza, resistencia y velocidad.
El American Quarter Horse es otra raza destacada en las carreras de caballos. Surge en Estados Unidos del cruce de ejemplares purasangre con varias razas hasta obtener un caballo especializado en disputar las carreras de 402 metros (Cuarto de Milla).
El American Painted Horse y el Appaloosa también son razas que se destacan en las carreras de caballos. El primero procede del cruce entre caballos españoles y caballos salvajes americanos, cruzados posteriormente con animales rusos y árabes. El segundo es originario de Idaho (Estados Unidos) y fue creado para preservar los caballos al borde de la extinción de la tribu Nez Perce.
Comparación con un Ferrari
Es difícil hacer una comparación directa entre la velocidad de un caballo pura sangre y un Ferrari, ya que son dos tipos de vehículos completamente diferentes. Sin embargo, podemos estimar que un caballo pura sangre puede alcanzar velocidades de hasta 70 kilómetros por hora en distancias cortas, como en las carreras de caballos.
Por otro lado, un Ferrari puede alcanzar velocidades mucho más altas en carreteras y circuitos. Algunos modelos de Ferrari pueden superar los 300 kilómetros por hora, lo que los convierte en uno de los autos más rápidos del entorno.
Mientras que un caballo pura sangre es impresionante en términos de velocidad y resistencia en su propio terreno, un Ferrari es imbatible en carreteras y circuitos. Ambos representan la excelencia en cuanto a velocidad y rendimiento, pero en diferentes contextos.
Los caballos pura sangre son una raza equina reconocida por su velocidad y resistencia en las carreras de caballos. Son criaturas magníficas que han sido seleccionadas y criadas a lo largo de los siglos para alcanzar altas velocidades y competir en las carreras.
Por otro lado, los Ferrari son autos deportivos de lujo conocidos por su velocidad y rendimiento excepcionales en carreteras y circuitos. Son máquinas diseñadas para alcanzar altas velocidades y brindar una experiencia de conducción emocionante.
En definitiva, tanto los caballos pura sangre como los Ferrari representan la pasión por la velocidad y el rendimiento. Cada uno en su propio ámbito, son símbolos de excelencia y elegancia.
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